sábado, 13 de febrero de 2016

Soñemos con no ser inútiles.

Confiemos. 

Caigamos en la anti rutina que nos evita rompernos un poco más. 

Evadámonos entre litros de cerveza. 

Dime lo guapa que estoy esta noche. 

Dame la mano y prométeme el cielo entre las vías del tren. 

Aprovechemos el tiempo de nuestra fugaz historia. 

Bailemos al son de las carcajadas borrachas. 

Riámonos. 

Escondamos nuestros sentimientos hasta que sea inevitable. 

Irremediable. 

Finjamos que fingimos mal. 

Que somos actores de segunda protagonizando un papel secundario en nuestras propias vidas.

Intenta emborracharme a besos. 

Creamos vagamente en un estúpido concepto hipster de destino ambientado con nebulosas. 

Resguardémonos en él. 

Digamos que somos grandes. 

Sintámonos como los mayores embusteros.

Los falsos intérpretes de nuestra propia vida. 

Los malos mentirosos. 

Los peores bailarines. 

Los que más nos equivocamos. 

Y más disfrutamos de ello.

(O eso haremos creer)
Soñemos con no ser inútiles.