martes, 10 de marzo de 2015

Hoy.

Hoy, déjame colarme en tu pecho.

Permíteme que me mude ahí dentro.

Quiero acampar al lado de tu corazón, y observar de primera mano esos defectos que dices que tienes. Sueño con escuchar tus sístoles y diástoles antes de dormir y usar ese mismo sonido como mi despertador.

Hoy, dame un beso para despertar. 

Despiértame si esto es un sueño.

Demuéstrame que esto no es cosa mía. Que existes. Que te he encontrado. Enséñame que no eres mi particular cenicienta, dejándo como zapato la estela de tu recuerdo. Por eso, despiértame con un beso.

Hoy bésame.

Bésame por cada respiro que nos debemos.

Besa cada parte de mi cuerpo, que te prometo que yo me dejo. Deja que mi cuello sirva como pista de baile para tus labios. Expláyate, enrédate, pero no te vayas.

Hoy no desaparezcas.

Déjame quedarme en tus lunares diez minutos más.


Cambia el billete de tren a uno con mi cama como destino. Te prometo que de alquiler no te cobraré más que un par de versos.

lunes, 2 de marzo de 2015

Hielo. Nieve.

Hielo.

Nieve.


Tú, escarpada montaña de blanca sonrisa.

Yo, triste alpinista soñando con las vistas desde tu cima.


Tú, retándome a dar un paso más.

Yo, empeñada en no rendirme.


Tú, que asumiste el papel de montaña. Más que por bella, por difícil y escarpada, pero sobre todo, por helada.

Yo, que asumí el papel de alpinista por mi amor a lo imposible, teniendo como aliciente tu sonrisa.


Helada mujer. Insensible y fría hasta que llega verano. Es entonces cuando te derrites, bajas la guardia, la niebla se disipa y deja visible, por fin, tu cima.

Pero siempre vuelve el infernal invierno. 

Hielo.

Nieve.

Mujer, montaña helada, a ti te advierto. Por mucha dificultad que guarden tus laderas, yo, alpinista, aquí aguardo que cese la ventisca para proseguir con mi camino hacia tu cima.