viernes, 26 de diciembre de 2014

No pude.
























Traté de escribirte otra vez.


No pude.


Intenté describirte de nuevo.


No pude.


Y quise olvidarte.


Tampoco pude.






















domingo, 14 de diciembre de 2014

Ella ya no sabe volar

Ella, tan bonita como ninguna, tan triste como todas, y, sin embargo, más brillante que la luna.

Ella, tan tormenta y arcoiris al mismo tiempo. Con sus rayos y truenos que rompen los esquemas de cualquiera cuando se pone tacones.

Ella, que sonríe poco, pero cuando lo hace provoca huracanes que derriban a todo lo que se la interponga. Y, si alguien fuese capaz de descifrar su mirada, lloraría sólo de imaginar cuán ruinoso está su interior.

Ella, tan rota como una muñeca de porcelana en aquél baúl de los recuerdos, en el desván de tus abuelos.

Ella, tan juguetona con quién no quiere y tan distante con quien lo hace. No dejaba, ni deja que la quieran por miedo a querer. Por miedo a quererse. No sabe quererse, y tampoco quiere aprender a hacerlo.

Ella tan yo y yo tan ella que ni nos asemejamos.

Ella es simplemente ella y yo soy solamente yo.

Ella ya no sabe volar. Ha perdido las alas de ángel que tanto la costó ganar, y ahora en vez de surcar los cielos, vuela bajo tierra. Y ese, es un deporte que sólo la he visto practicar a ella.
Volar en lo alto del firmamento estrellado para caer en picado bajo tierra.
Perderse para encontrarse sin querer.
Estar acompañada demasiado sola y sola demasiado acompañada, y quizás por eso prefiere la soledad escogida a la impuesta.

Ella se cansó de las tergiversaciones de su historia, de los giros inesperados del destino y de mi.

Ella ya no quiere versos, sino besos. Besos de esos que no solo te llenan la boca. De esos que sirven para sus versos.

Ella, con su ímpetu de sobrevolar la ciudad, terminó "infravolándola", cómo si del metro se tratase, y con su vestido, sus tacones y su pintalabios rojo va en búsqueda de ese beso para sus versos. A veces, quiere creer que lo ha encontrado en los labios de cualquier desconocido, en un bar perdido. Pero, normalmente, entre copa y copa se escapa al baño, echa las mariposas alcoholizadas que revoloteaban como si aún fuese una adolescente, y se larga, a poder ser, por la ventanilla del lavabo para hacerlo más dramático.

Ella es la reina del drama, y ha llegado a la conclusión de que, quizás, su verso perfecto no existe...

Ella ya ni sobrevuela ni "infravuela", ella se infravalora.



Es más fácil querer las heridas ajenas a las de uno mismo...


sábado, 13 de diciembre de 2014

En resumen...

La prisión de mi pecho me encierra cada vez más y más al fondo. Esperando que, si me quedo el rincón oscuro de ese lugar que me ha reservado, llorando, me sienta libre. Pero no entiende esa ansiedad, que yo no soy alguien de quedarme sola. No entiende que ese, precisamente, es uno de mis mayores miedos… O, eso me dijo el corazón.
Estúpido corazón. Es tan grande que necesitaba escapar de la prisión en la que se hallaba, dónde estoy ahora.

Huyó con una mano detrás y otra delante por si le alcanzaba algún disparo de más. Aunque… Ya sabemos todos que mi corazón está totalmente agujereado.
Se marchó sin esperarme, a mí, que vine a liberarle. A mí, que es a quién pertenece… O, eso se supone…

Llevaba tanto tiempo escondido, que tenía que sacarlo de este oscuro lugar. Y ahora entiendo el “porqué” de esa huida tan despavorida.
Ese órgano tan traicionero, supuestamente vital, huyó sacrificándome para unirse con mi alma…

¡Cómo si aún existiese! Pero, claro, el corazón aún se encontraba en estado de embriaguez por tu efecto cuando vendí al diablo lo poco que me quedaba de alma por ese último compás. Por ese último baile. Por ese último hilo que se quedó colgando de ese tejemaneje que nos traíamos entre manos. Por ese último recuerdo que hundió a mi corazón en este oscuro recoveco.

El diablo, el mismo que, durante el baile, llevaba ese pintalabios rojo sangre. El mismo, que, si tenía ocasión, bajaba la mano de los hombros a la cintura, y de ahí pegando un último salto al trasero. ¿Te suena verdad? Ese diablo tiene tus curvas… Y tu nombre.
Yo, que me creía salvadora de mi corazón, y al final, fue este mismo quién me encarceló para correr a tu lado.

Y así fue como te adueñaste de toda mi materia sensible, mi alma y mi corazón, dejándome aquí en una oscura celda, en el fondo, donde lo único que me queda es mi ansiedad y este caparazón inerte que llamo cuerpo y juega a sentir.



Al final, todo mi ser se resume en ti, y en este cuaderno…

lunes, 8 de diciembre de 2014

Tormenta de Don Quijotes...

¿Después de la tormenta siempre llega la calma? O, más bien, ¿después de la calma siempre llega la tormenta?

Siempre fui de ver el vaso medio lleno, más que medio vacío, pero nunca me enseñaron qué hacer cuando el vaso cae y estalla en mil pedazos.

Nunca se me dio bien reconstruir cosas rotas, ni consolar a quién se le desprendió un pedazo, pero, lo que sí que aprendí fue a aparentar mil arcoiris, y dos mil primaveras para evitar la caída de alguien más…

Sé lo que es estar en el suelo.

Sé lo que es sentirse Don Quijote, luchando contra gigantes, monstruos inventados, de cruel carácter, que están más en el plano meta que en el físico…

Sé perseguir a Dulcineas, y sí, gracias al universo, he tenido a Sancho Panzas que me cuidasen las espaldas.

Pero…

¿Qué ocurre cuando Don Quijote es golpeado, literalmente, por la realidad?

¿Cuándo es ya imposible recomponer los pedazos de ese vaso?

¿Y si ya no te quedan más primaveras que fingir?

¿Qué ocurre cuando no sabes escuchar música que no sea de un triste piano llorando con cada tecla pulsada?

La tormenta se lleva la calma, los arcoiris y primaveras y se lleva a mi Dulcinea…

Y me deja con esta hostia de la realidad, con los pedazos de un vaso estrellado contra el suelo, con mis Sancho Panzas, y con este estúpido y llorica piano.

Se van los colores y ahora, como un perro vagabundo y abandonado, veo en blanco y negro, fingiendo entender todo a color para que alguien me recoja y me quiera en lo que dure esta tormenta.

Y entonces, parece que observo ese precioso color que llevo buscando toda mi vida.

Toda esa historia termina bajo el guardabarros de cualquier coche en una noche tormentosa.


Y… Ahora si…



Ha llegado la calma después de la tormenta…

domingo, 30 de noviembre de 2014

Agua hirviendo.

Sigo bañándome en agua hirviendo.

Quizás así, como un germen, se marcha tu recuerdo.

¡Qué fácil era todo antes!

De mis diecisiéte navidades, dieciéis las pasé sin ti, y una contigo pero sin mi.

He vuelto a bañarme en agua hirviendo, pero parece que no me quemo. Parece que ya no siento...

Quizás en la piel humeante y rojiza hallo consuelo de haberte encontrado pero no a mi lado.

Ya ningún abrazo me da calor. Y es por eso por lo que me baño en agua hirviendo.

Comenzó como un síndrome contra la suciedad. Sentía que algo fallaba en mí.

Continuó como rutina y se convirtió en nuestro baño de volcanes.

Y fue entonces cuando desapareciste.

Me quedé sola, intentando olvidar tu recuerdo, o más bien, revivirlo.

Y vuelves a aparecer.

Y te vas.

Como si de un juego con un niño se tratase.

Cucú, apareces.

Tras, te vas.

Y tras de ti me dejas como siempre, a la espera de un cucú cada vez más alejado.

Y sigo bañándome en agua hirviendo.

Ya no sé si por costumbre, o por recuerdo.

O más bien para que las arrugas se noten menos

martes, 25 de noviembre de 2014

No me quieras

No me quieras.

¿Por qué me quieres? 

No quiero que me quieras, porque si me quieres, querrás que te quiera y yo no quiero quererte. Porque, cuando yo quiero, quiero de verdad, y tú, no vas a quererme como yo quiero que me quieras. 

Yo quiero que me quieras rápido y despacio. Lento y suave a veces, rápido y feroz otras. De noche y de día.Quiero que quieras quererme pero que te de miedo hacerlo. Quiero que quieras comerte las ganas a besos, a te quieros o a miradas, pero dejarnos las caricias de postre.

Yo quiero que quieras que juguemos juntas, pero no quiero que quieras jugar conmigo. Quiero que quieras sanar los cien mares revueltos que tengo en los ojos, que, cada dos por tres se desbordan en lágrimas. Quiero que quieras creer que puedes salvarme.

Y sobre todo, quiero que quieras reconstruir los doscientos pedazos de mi corazón.

Pero, tú, no me vas a querer así, porque, así solo quiero yo, y yo no quiero querer a alguien que quiere como quiero yo.

Quiero que quieras haberme querido, porque, ves, yo no quería quererte, y todo ha quedado reducido en que te quiero a cuenta de que tú querías jugar a quererme.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Olas de alcohol.

El whisky derramado por encima de la mesa, busca la manera de encontrar el suelo. Busca la manera de encontrarnos ahí abajo, bailando, y, como un tsunami, arrastrarnos al fondo de lo lúgubre. Intenta llevarnos a la decadencia pegajosa de un bar.
No sabe, ese añejó brebaje, que tú, hace mucho que abandonaste el suelo para alcanzar la cumbre de la felicidad, y yo, hace mucho que estoy pisoteada, pegada en la suela de cualquier desconocido que me quiso llevar a ver un amanecer más.
¡Qué estúpido es el whisky! Aún nos ve juntas, de la mano, en aquella alegre tristeza. Alegre por tu parte, tristeza por la mía. 
Tú siempre fuiste sonrisas y, yo... Siempre fui lágrimas. Tú, tan, 'vamos a bailar', y, yo, tan, 'vámonos del bar'. Y así fue, claro que saliste del bar, pero saliste sin mi, y yo, me hice diminuta.
Las promesas que sirvieron de pegamento se desvanecieron, y tú, te quedaste en mis sueños. Y yo, ya no se qué hacer, porque sin ese pegamento, no soy más que mil pedazos pisoteados y pegajosos. Y el whisky me alcanza, me arrolla, me hace fundirme en la masa más asquerosa de sentimientos y alcohol.
Dicen que el alcohol sirve para curar las heridas, pero nunca dicen lo que escuece. Nunca cuentan que por mucho que cure las heridas, el alcohol no recompone la ausencia de una parte de ti. 
Y ahora, con whisky o sin el, pegajosa y sucia, sigo siendo tristeza, sigo siendo el mayor de mis problemas.
Estoy igual que siempre, pero, sin ti, más vacía y más estúpida.

lunes, 20 de octubre de 2014

De esto que... Y entonces...

Camino sin rumbo en el ajetreado centro de mi ciudad. Cruzo la calle sin darme cuenta, obligando a un coche a pegar un fuerte volantazo para esquivarme. Y, no sé porqué, pero, ni aún así me detengo. Debería estar como un zombie, anoche no dormí nada, sin embargo... No... Cada día me levanto de la cama revitalizada. Con ganas de salir a la calle y correr.  Y buscarte.
Y ya no me molesto en intentar comprender esta reacción de mi cuerpo. Te tengo pillada. Has sido tú quién te has colado dentro, demasiado dentro de mi. Y no entiendo cómo, ni porqué. No sé cómo sacarte, ni sé si quiero hacerlo. 
Me sumerjo en todo mi ser para valorar los daños que hace cada escasa aparición tuya en mi día a día. Ahora... Está claro... 
Básicamente porque lo primero que me encuentro en el fondo de mi ser son tus brillantes ojos. Y juro, que la cara más estúpida que se puede poner, es la mía en este momento. Me río de mi misma, y al parecer, el destino también se debe estar echando unas risas con lo patética que parezco, porque acaba de poner una señal en mi camino para chocarme de frente...
No entiendo cómo ha pasado el tiempo tan rápido. Ni siquiera el hecho de que, ahora necesite darlo todo a una persona, cuando, hará un año, necesitaba ser lo contrario, robar la esencia de todo aquél que me la ofrecía.
Ahora, simplemente quiero un "Buenas noches, no te quedes hasta muy tarde escribiéndome cartas de amor boba" antes de dormirme y un "¿¡¡¡Pero te quieres despertar de una vez cacho de vaga!!!?". Quiero ir hasta el fin del mundo por ganarme una sonrisa de más, y volver a casa con algún beso de menos... Quiero enseñarte mil cosas, lugares, cartas no entregadas a destinatarios no merecidos. Y quiero que me enseñes todo lo que crees que son porquerías aunque en realidad sean obras de arte. Quiero contarte la historia de mi vida en verso, prosa y que nunca te aburras de ella. Quiero poder hablar de los temas más estúpidos contigo, pelearnos por cosas absurdas y reconciliarnos por insignificancias que nos recuerden la una a la otra. Quiero que te guste que me gusten las cosas que te gustan. Quiero bailar(te), cantar(te). (Te) quiero...

El destino se ríe aún más de mí. Porque...

De esto que... 

Apareces... 

Y entonces...

martes, 14 de octubre de 2014

Aullidos a la luna llena.

Tengo a Beethoven interpretando la música más perfecta para este funeral sin lágrimas, donde enterramos un poquito de nosotras. Donde enterramos cada pedazo que se desprende cuando no estamos juntas.

Porque, he de decir, que poco a poco me pierdo aún más en ese silencio que guardan tus ojos. Que quizás, vas ganando lentamente (o quizás no tan lento) mis miradas perdidas con cara de estúpida, mis medias sonrisas al recordarte, y sobre todo, mis aullidos solitarios a la luna porque no estás conmigo para colgarla de salva pantallas. Porque su brillo me recuerda tu ausencia...

Debo confesarte que esta loba solitaria aúlla esta noche en silencio, porque me siento tan pequeña e insignificante que por no hacer ruido, decido molestar a un pulcro papel en blanco ensuciándolo con mis garabatos desordenados que intentan significar algo... Que intentan explicar que la música se ha convertido en el brillo de tu mirada mientras sientes cada nota. Pero, eh, no escuches, no leas esto, porque, jamás me creerías si te digo que la mejor obra de arte que has creado, eres tu misma.

Quizá no entiendes que en ocasiones te observe y me pregunte cómo alguien tan transparente con sus miradas, puede esconder y mostrar tan dosificadamente lo que me enseñas cada día. 

Créeme, pequeña, nunca he sentido las nubes tan cerca... 

En ocasiones, me crezco y desaparezco. Siempre en ellas. Siempre en el mismo lugar. Quizás, por alguna casualidad, estas ahí, y puedo perder el tiempo, o más bien, ganarlo, mientras te abrazo.

Me encantaría poder protegerte, meterte en una cajita de plástico, donde nada ni nadie pudiese herirte, pero, he caído en la cuenta de que quizás, el mayor peligro del que no puedo protegerte, es de mi misma. 

Quizás... Aunque sienta escalofríos de sólo pensarlo... Necesito... Que seas tú quien me proteja de mi...

viernes, 10 de octubre de 2014

'Cuando una puerta se cierra...

... Se abre una ventana' ¿Verdad? Jamás me creí ese dicho popular. Nunca pensé que alguien te importase pudiese ser sustituido por otra persona. Aunque ese sea más el típico 'Un clavo saca otro clavo'. Siempre lo vi una absoluta idiotez. Pero esta vez... Aquí tengo la puerta que se acaba de cerrar, dejándome a las puertas del cielo... O más bien del infierno. De ese paraíso al que jamás podré llegar... O que realmente nunca fue hecho para mi.
Y ante mi, se abre una ventana. Quizás pueda decir que es 'la ventana'. La ventana de sus ojos... Mi perdición. La perdición de cualquier persona cuerda. 
Quién ose mirar directamente a la ventana... Está perdido. Y ya si te atreves a intentar descifrar lo que se esconde detrás de ella... No tienes escapatoria. Mírame. Son las seis de la mañana de cualquier sábado, ¿o, debería decir domingo? Y no logré ni por un remoto momento sacarme de la cabeza sus ojos. 
Cada vez que sonreía, sus ojos brillaban de una manera especial. Si en algún instante de conversación algo conmovía a su ser, sus ojos te lo mostraban. 
Creo que nadie en su sano juicio debería observar la ventana de sus ojos... Volvería loco a cualquiera como me ha vuelto loca a mi. 
Con cada uno de sus abrazos, miradas, palabras de cortesía, o simplemente, conversaciones en general, yo iba cayendo un poco más en la cuenta de que, cada vez me iba alejando más y más de aquella puerta cerrada, y he de reconocer que no me importó como quizás debería haberlo hecho. Cada paso que me alejaba de aquella puerta, me acercaba a la nueva ventana. 
Ventana donde, desde que observé detenidamente su mirada, deseé colarme. 
Poco a poco, esa puerta está cayendo en el olvido, mientras la ventana no sale de mi mente ni un sólo instante. 
No entiendo los juegos del destino, que nos hacen ir y venir. Que cuando salimos de una entramos en otra. Y aquí estoy. Sonriendo por el mero hecho de poder observar de vez en cuando el precipicio de sus ojos... 
Creo que, esta vez tengo un problema... 

lunes, 22 de septiembre de 2014

Fuego. Hielo.

Una lágrima rueda por su mejilla llevándose con ella una parte de sí misma. Arrastrándola hacia un mar repleto de sal. Sal que supuestamente saciará su vacío. Que curará la putridez a la que se enfrenta. Y ya no puede evitarlo, se ha hundido y ahogado junto aquella gotita salada que surgió de sus ojos y resbaló por su mejilla desprendiendo partes de ella que no creía conservar.

Perdió lo poco que quedaba de sí.

Ya ha olvidado aquellas sonrisas que la trasladaban a la locura. Volaba ante cientos de ojos juzgadores aunque eso nunca la importó. Jugaba con el fuego, y antes de quemarla, la acariciaba su suave piel. Suavemente. Como si fuese la piel que ella anhelaba, dándola cariño con cada roce.

Pero fue entonces cuando ella pedía, exija, necesitaba más y más contacto. Sin miedo a quemarse. Necesitaba apaciguar a ese demonio que la decía, que la gritaba más y más fuerte. Y ella haría lo que fuese necesario. Sólo buscaba no sentirse un monstruo roba esperanzas. Quitando el elixir de la vida a quien más quería.

Anhelante buscaba cada vez más al fuego, ansiosa de sentir su abrazo. Aunque el fuego la rechazase, no llegó a importarla, su abrazo hacía tiempo que había dejado de ser suficiente.

Vagó en búsqueda del hielo, él la podría dar todo ese frío que al fuego le faltaba. Volvió al hielo, donde ella había nacido. Con quién había crecido y aprendido. Se reencontró con la seguridad de su infancia.

Cada vez que el fuego la rechazaba, ella acudía al hielo, que la acogía en su frescor. Dejando congelarse junto a las lágrimas del rechazo, los sentimientos de la muchacha.

Y fue entonces cuando ocurrió lo imaginable. Hielo y fuego enfurecieron y ella perdió a ambos, y como solución a la perdida, se ahorco con la estela de su lagrima. Tratando así de enmendar sus pecados, como si creyese en el cielo y el infierno...

Jamás el hielo y el fuego habían estado tan juntos. Unidos por un dolor común. Llorando por el mismo amor traicionero. Llorándola a ella, a quién nunca tuvieron.

Hielo y fuego se unieron en la misma causa, empedrarse hasta el núcleo de su ser. Empedrarse hasta que dejase de doler.

Piedra, difícil de atravesar, pero con demasiados huecos donde colarse.

Y esperando a otra muchacha que se cuele entre los grandes socabones que dejó la piedra.

Rezando por no tener que empedrarse de nuevo...

domingo, 21 de septiembre de 2014

'No quiero ser un poeta'

Ella se levantó de la cama, se incorporó, pisó el suelo repleto de cosas de su, como siempre, desordenada habitación. Se levantó, y aún a pesar de los gritos de su madre, y de que tuviese la regla, todo apuntaba que iba a ser un grandioso día. Tomó una ducha más larga de lo habitual, dejando que su cabeza resacosa se despejase de una vez por todas. Nunca entendió el por qué de esta reacción del cuerpo al alcohol, no era tan malo, ¿verdad?
Tras muchos años de perfeccionamiento, ella había desarrollado su propio método anti-resaca. Tomaba una ducha larga y caliente, se vestía a base de sudaderas tres o cuatro tallas más grandes de las que debería ser la suya y engullía todo el chocolate que encontraba a su alcance. Sabía de sobra que no era una rutina sana, pero, realmente hacía tiempo que no la importaba nada. 
Un par de minutos más tarde, después de realizar su rutina anti-resaca, salió a la fría y pequeña ciudad. Recorrió los parques en búsqueda de recuerdos. Cada vez que se emborrachaba y perdía la noción de los actos que había hecho la noche anterior, vagaba por los parques en búsqueda de recuerdos, así que se dirigió al parque donde comenzó la noche. Y comenzó a recapitular.
El parque era un resquicio entre la pequeña ciudad donde perderse, parecía un gran bosque donde encontrar duendes y hadas. Por la noche era maravilloso perderse entre la espesura del mismo en búsqueda de un claro para mirar las estrellas. ¡Exacto! ¡Mirar las estrellas! Ahora lo recuerda, estuvo con alguien mirando las estrellas. ¿Cómo no podía haberse acordado de eso antes? ¡Había estado soñando con ese momento durante, muchísimo más, que meses! No había sido con alguien cualquiera. Había sido con alguien. Quizás no lo entendéis, alguien era esa persona que todos tenemos, ese amor platónico que, con solo una mirada y con solo una sonrisa se ha ganado tu alma. Alguien, es esa persona que crees ver en todos los lados y cuando descubres que no es quién tú creías, la decepción cruza tu rostro inevitablemente. 
Pero, ¿cómo había llegado hasta ahí? 
Siguió vagando por la espesura del parque hasta que se la ocurrió una solución para poder recordar. Cruzó por tres o cuatro caminos, ignoró unas cuantas señales y mesas de picnics. Ante sus ojos apareció su lugar favorito, ya no sólo del parque en si, sino, del mundo. Puede que fuese el sitio, a parte de su cama en el que más tiempo había invertido en el mundo. Entre la espesura del parque se encontraba una gran piedra con la inclinación perfecta y lo suficientemente plana para no hacerse daño al tumbarse. Allí solía ir para pintar, escuchar música, evadirse de los problemas, y sobre todo, para llorar. Ella jamás permitía que nadie la viese llorar. Aquello venía de un gran trauma, ya que en el colegio, lloraba siempre que contaban el cuento de los tres cerditos, ya que era una injusticia que al lobo le pasase algo, ¡a saber que le habían hecho los cerditos para que el lobo se pusiese tan enfurecido! Seguro que los tres cerditos eran los cuatro chulos que creían mandar sobre el mundo entero. Seguro que el mayor le quitó la novia al lobo con la escusa de que tenia una gran casa de ladrillo.
Divagando en su ensimismamiento, volvió a recordar otra cosa. En su recuerdo está ella, sentada en esa piedra, fumando. Fumando demasiado y llorando con el litro de vino al lado. De repente aparece una muchacha con la que acaba de empezar a salir de fiesta. Ella trata de esconderse para que no la vea llorar pero es demasiado tarde. La muchacha aparece, y se sienta a su lado. La da un fuerte abrazo y la dice que todo va a estar bien. Que alguien, realmente no la merece, que habrá algo muchísimo mejor que la sepa valorar y cuidar. Ella no sabe por qué, pero abraza a la joven muchacha. Normalmente habría evitado el contacto con cualquier persona en cuestión, sobre todo sintiéndose así. Se habría puesto agresiva pero, esta vez, había algo diferente. Algo muy fuerte la tenia que haber hecho ese alguien en cuestión para que dejase acercarse a la muchacha
El recuerdo termina ahí. Ella abrazada a la muchacha
Todo empieza a cobrar sentido cuando ella ve a una sombra acercarse. Nadie conoce ese lugar, excepto la muchacha. Ella no entiende qué está pasando hasta que la ve aparecer. Entonces, cual flash-back de película, todo vuelve a su mente. 
Tras haber quedado con sus amigas, entre las que se encontraban alguien y la muchacha, la cosa empezó a desvariar mucho, empezaron a beber y a hablar de cosas demasiado bizarras. Todas decidieron irse a por algo de beber mientras que ella y alguien ya estaban servidas, así que decidieron quedarse. Ambas empezaron a divagar en la conversación que se tornó al tema sentimental, así que aprovechando que ambas estaban borrachas, ella decidió llevarla a algún sitio a ver las estrellas, como si de una comedia romántica se tratase. Una vez allí, y después de un par de horas de caricias, ella decidió besarla. Fue entonces cuando ambas se quedaron abrazadas y llegaron sus amigas. 
Lo cierto es que no habían alejado mucho de su punto de encuentro habitual, así que no era difícil de esperar que ocurriese aquello. Lo difícil de creer era lo que alguien, iba a hacerla. Ella se puso roja en cuanto la cabeza de una de sus amigas asomó la cabeza, pero alguien, mantuvo la calma y en cuanto sus amigas las preguntaron qué hacían, alguien, la dijo a la cabecilla del grupo, "Me debes cinco pavos, lo conseguí en menos de media hora". Ella se enrojeció, y entonces oyó la respuesta. "Búah tía, tú verás, si es que te mandaba unas cursiladas que como para que no esté detrás de ti". Ella salió corriendo, y dejó que las lágrimas fluyesen. No lo podía creer. su amor platónico era lo peor, y estaba segura que ninguna de sus supuestas amigas la fuese a seguir, así que mientras corría, una parte de su ser se dejaba esparcir por el suelo. Corrió tanto que los pulmones la dijeron que no aguantaban más (al fin y al cabo, el tabaco ya la habían hecho estragos), y se dio cuenta de dónde se encontraba. Estaba en su sitio especial. 
Se dejó caer en la piedra, y mientras suspiraba, miró entre las espesas hojas de los árboles la gran luna llena que se cernía sobre ella, tratando así de alejar sus penas. Pero las lágrimas no dejaban de caer sobre el rubor de sus mejillas que mostraban el ligero cansancio tras la carrera. Firmó un contrato de adelanto de su muerte con un cigarro, dos, tres y cuatro, pero cuando se disponía a acortar un poco más su vida, apareció la muchacha, y jamás se había sentido tan cómoda con alguien. 
Las lágrimas cesaron, los cigarros se consumieron y el alcohol se termino demasiado pronto. El alba se debía haber adelantado, o quizás las risas, sonrisas y anécdotas de ambas lo habían despertado por hacer demasiado escándalo. La muchacha, la había seguido durante toda su carrera al aislamiento, y al principio, decidió respetarlo, pero, al ver que ella necesitaba un abrazo, decidió aparecer en escena. Tras muchas miradas furtivas, sonrisas bobaliconas y abrazos sin venir a cuento, ambas se encontraron enfrente de la casa de ella, mirándose, sintiendo que el Adiós se acercaba, y era de las pocas cosas que ambas coincidían en que no querían que pasase. Después de muchos preámbulos, y de muchos, "Bueno, aquí estamos", y algún que otro "Debería ir subiendo antes de que se despierten mis padres", se dieron un abrazo y ella abrió la puerta, y fue entonces, cuando la muchacha soltó un leve suspiro, la agarró de la cintura y la besó. Ella la devolvió el beso pero, el sol comenzó a subir demasiado rápido, y ella se vio obligada a subir a casa. En cuanto consiguió llegar a la cama, contener las nauseas del alcohol que aun quedaban y no hacer ruido, sonó el despertador de su madre y de pronto, se quedó dormida. 
"Em... Hola, esperaba encontrarte aquí..." Dijo la muchacha. ¡Mierda! Seguro que viene para decirme que no la intereso, pensó ella, seguro que en algún momento la lié o que era otra apuesta. "Bien, pues, aquí estoy, cuéntame..." dijo ella tratando de parecer más fría de lo normal. La muchacha se acercó y se sentó a su lado "Verás sobre anoche, me gustas mucho, y, de verdad... Y sólo quería saber si..." Ella no la dio tiempo a decir una palabra más y la besó. 
Fue entonces cuando se dio cuenta de que, realmente, la muchacha había estado siempre ahí, y era la única persona que se merecía estar en aquel lugar con ella. Que siempre había estado ahí y que, si alguien podía ser su canon de pareja ideal, sería la muchacha, con su sonrisa despeinada. La única persona con la que podía dejar de ser una poetisa. No quería ser una poetisa con la muchacha. Ambas se merecían mucho más que palabrerías de poeta. Y decidieron que las yagas que cada poeta o poetisa las habían hecho, las curarían a besos. Sin comas, sin paréntesis y sin prisas.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Adiós excusas, hola septiembre.

Se me agotaron las excusas. El tiempo va escaseando con la llegada de septiembre. Las sonrisas se me siguen cayendo cuando me miras. Y sigo teniendo la misma cara de idiota cuando me hablas. Mi impaciencia ya se ha comido a mi paciencia y la ha digerido una y mil veces. La racionalidad que me quedaba se fue con tu último abrazo. Y ya, me he quedado sin excusas para no decirte lo que siento de una vez por todas. Dejarme de indirectas muy directas y de juegos de idiotas.

Ya no te escribo con la certeza de que no querrás saber de mí. Ahora te escribo con la más estúpida de mis sonrisas. Ya no escribo a un imposible, tampoco a un posible y aún no me atrevo para escribir a un seguro. Yo, sólo sé que no sé nada. Pero que esa nada me hace feliz.

Hace un año, la situación era mucho más que diferente, las lágrimas brotaban de mis ojos eran de desilusión, odio e infelicidad, y ahora... ¡Ay ahora! Ojalá fuese simple traducir el matojo de sentimientos que hay en mi. Lo único fácil de explicar es la felicidad que siento. Lágrimas de alegría, felicidad, y sobre todo, saber que tengo apoyos detrás.

Este año, he conseguido amigos que aunque pasen un millón de años no perderé. Amigos, que aunque no hablemos mucho, sé que siempre van a estar a mi lado. Amigos, que, de verdad son amigos. Esos apoyos en la vida de cualquiera. Charlas profundas mientras estás borracho aunque no lo suficiente para olvidarlo. Gente con la que de verdad he crecido como persona, me han enseñado y me han ayudado a madurar. Y me dí cuenta, de que personas que en un año no tienen relevancia en tu vida, al año siguiente pueden tener mucha. Y sé que os lo estáis preguntando. Claro que os voy a echar mucho de menos. No me gusta septiembre porque a parte del verano se lleva a amigos.

He conseguido una hermana. Si, una hermana mayor que me ha apoyado, y me ha mimado. Me ha cuidado cuando yo estaba indefensa y vulnerable. Alguien que me ha enseñado lo que soy capaz de hacer, que me ha dado un abrazo y un empujón para seguir a delante. Y que aunque sé que no la gustan las cursiladas, me hace ilusión escribirla una dos o diez mil veces estas cosas.

Planeé entre sensaciones de lo más variado, entre fracaso absoluto, al éxito. El odio y la seguridad de uno mismo. Pasé de la ignorancia de quién soy, a ser quién quiero ser, o al menos a intentarlo.

Mis antiguos profesores pasaron a amigos que conservaré siempre.

Y durante todo este año, me dí cuenta qué, o más bien, a quién es a quién quiero. Y si. Ahora más que nunca estoy segura de a quién quiero. Te quiero a ti. Y sé que se me está acabando el tiempo, las excusas y el verano. Que esto es lo que trae septiembre. Nueva rutina. Nuevo instituto. Nuevo curso. Nueva gente. Y nuevo balance del año. Y, aunque no me gusta septiembre, ya va siendo hora de que me deje de excusas. No te voy a decir que te cases conmigo. Tampoco que estoy enamorada de ti porque no lo estoy.

 Por una vez, me voy a dejar de palabrería.


sábado, 30 de agosto de 2014

Memoria de pez.

Siempre ha existido el mito de que un pez tan sólo tiene tres segundos de memoria, y es algo que realmente, en ciertas ocasiones nos sucede a los humanos. Nos enamoramos una vez, creemos que todo va a salir bien, y en algún momento de nuestra enajenación mental transitoria del siempre prometido, algo sale mal. Pasa un tiempo determinado, otros tres segundos de pez. Algo nos lleva a conocer a otra persona, y, por motivos "a" o "b" nos volvemos a enamorar. Nos enamoramos aceptando las mismas condiciones que llevábamos en una relación anterior, prometiéndonos, o quizás, más bien, rezando, que esta vez va a ser diferente.

Nunca nos dimos cuenta de la importancia que tiene un Te quiero, y ya no te cuento un Te amo. ¿Realmente estamos dispuestos a aceptar lo que esas palabras significan? ¿Te quiero porque te necesito, o te necesito porque te quiero? ¿Te quiero y después te amo, o simplemente te amo porque estamos juntos?

No creo que esas palabras describan un sentimiento tan grande como es el amor. Ni si quiera creo que el concepto de amor sea acertado. ¿Un ser humano sólo puede sentir amor hacia alguien de su misma raza, a alguien que le atraiga, por el mero hecho de saciar la necesidad que tenemos los humanos de sentirnos acompañados en ciertas fases? ¿Qué ocurre si alguien se ama tanto a sí mismo que, simplemente le agobia la dependencia de otro ser humano hacia si mismo? ¿Lo tachamos de miedo al compromiso, de huraño, asocial, ermitaño..?

Quizás, deberíamos crear un nuevo concepto de expresarnos, y sobre todo estas cosas, los sentimientos. Deberíamos aprender a expresar los sentimientos con nuestros actos, y no respaldarnos detrás de unas palabras que a la larga, como buenos humanos que somos, con "memoria de pez", olvidamos que hemos dicho. Sin embargo, cuando expresamos algo con un abrazo, una mirada, una sonrisa, es algo que realmente sentimos y que por lo tanto es algo que llevamos en nuestro interior grabado a fuego, algo que nunca se nos ocurriría negar, porque realmente lo sentimos.

Al igual que el Te quiero, Te amo, y demás falacias, existen miles de palabras que a diario decimos y que realmente no sentimos de verdad, lo siento, no te olvidaré, siempre estaré ahí, gracias... Todo ello son cosas que hemos dicho una vez en nuestra vida, y que no va a servir de nada haberlas dicho sin haberlo demostrado o antes o después. Realmente la sociedad está llena de falacias e ironías, y al final, no nos damos cuenta, de que las palabras pueden hacer mucho daño, y que a la larga, si no las sentimos o las demostramos, se nos pueden volver en nuestra contra.

No quiero decir que el que una persona que te diga te quiero o te amo te va a estar mintiendo, pero, dime, ¿de qué te va a servir que te diga mil versos de amor si realmente eso lo va a hacer con la primera persona que pase por su lado? ¿Realmente creerías a alguien que te dice un Te quiero y luego no hace otra cosa en tu vida que no sea dañarte?

Hay cosas que son muy fáciles de decir, pero muy difícil de demostrar, y no somos lo que decimos, somos lo que demostramos. Al final, los que salen perdiendo son los mismos que creen, aún, en la humanidad y en que no somos desechos sociales. Siempre acaban perdiendo los mismos, los que dan todo sin esperar nada a cambio, y a parte de no recibir nada, se llevan una hostia de regalo. Esos mismos que aún piensan antes de hablar, escribir y actuar. Esos que sienten, te dicen lo que sienten y lo más importante, te demuestran lo que sienten.

Pero, esto, como buenos humanos con "memoria de pez" cuando nos interesa, según nos damos cuenta lo olvidamos. Es mucho más fácil y menos doloroso pensar en uno mismo.

Es mucho mas sencillo, vagar como peces borregos al rededor de la pecera, y a los tres segundos, sentir que la pecera es un sitio nuevo y maravilloso que descubrir.

jueves, 28 de agosto de 2014

Comerse las dudas.

Inspira, suspira y vuelve a mirar por la ventana. Aún sigue expectante, esperando a ver si ella se va a dignar a aparecer. A veces, las cosas simples se complican demasiado cuando las ves desde dentro... Con lo fácil que habría sido un 'Te quiero' a tiempo, un abrazo o un beso. Incluso quizás con una sola mirada, en el momento adecuado, toda la situación habría cambiado, y ahora nadie estaría a la espera de una señal divina que quizás nunca aparezca.

Las cosas comenzaron fáciles, con un WhatsApp, lo que ayudan las nuevas tecnologías, pero realmente, las historias de amor no solo las escribe una parte. Y a veces, quién da el primer paso se vuelve a plantear si realmente merece la pena. ¿Qué ocurriría si se malinterpretaron las señales que parecían claras? Y, así volvieron las dudas. Mientras ella sigue con su vida, aquí tenemos la otra parte de la historia, que en un principio parecía de amor. Mirando al móvil, controlándose por no mirar sus últimas conexiones, dudando de con quién estará o qué estará haciendo...

'¿Qué ocurre si no te corresponde?' 'Eres gilipollas. De verdad. Seguro que estás malinterpretando todo. Que sólo quiere reírse de ti.' 'Nadie te puede querer. Mírate. Eres demasiado poco para alguien como ella.' 'Ha estado, está y estará con gente mucho mejor que tú' 'Seguro que te dice que vayas con ella porque te quiere emparejar con alguna de sus amigas' Todo ello es lo que pasa por su cabeza. No entiende el por qué de esta incertidumbre tan repentina. Es lo que tiene cuándo se está escribiendo una historia de amor en la que, en este caso, le toca a ella poner la siguiente parte...

Suspiró de nuevo, se apartó de la ventana, y se dedicó a escribir todas sus dudas en un cuaderno. Calló a las voces que la quitaban su seguridad. Arrancó la hoja que contenía sus dudas y la quemó, alejando así cualquier indicio de que algo pudiese salir mal. 'Lo bonito de las historias de amor, es el no saber qué es lo que va a añadir la otra persona' pensó, 'no quiero precipitarme, y si esto continúa a delante, no quiero haberme saltado ninguna incertidumbre, para imaginarme comiéndome todos los paréntesis, añadiendo todos los signos de exclamación necesarios, y saltarme todos los signos de puntuación para que nada me frene. Y así poner tilde a nuestra particular historia de amor.'

Un agujero negro precioso.

Pestañeó varias veces. No se podía creer que estuviese en esta situación. Era totalmente imposible que algo así estuviese pasando. Sin embargo, allí estaba ella. Mirándola. Intercambiando miradas. Hace unos meses si la hubiesen dicho lo que estaba aconteciendo hoy, no se lo habría creído.

Se acercó a ella, su cuerpo, simplemente se lo pidió. Y la poca distancia restante, simplemente, la gritaba, deseosa por desaparecer. Ya se habían interpuesto demasiados factores entre ellas y que poco a poco habían saltado para que unos metros las separasen. La agarró de la cintura y se fundieron en un profundo abrazo. Probablemente era algo que ambas llevaban deseando demasiado tiempo, y por eso mismo, y por extraño que parezca, todo se sentía demasiado natural. Quizás ese fue el motivo por el que cuando se quisieron dar cuenta, ya no era un simple abrazo lo que las unía.

Se extrañó.

Todo había surgido demasiado de repente.

Sin mediar palabras.

Cuando por fin se separaron, parecía que habían pasado siglos, y que todo se había destruido a su alrededor. Lo que para ellas había sido un instante, se cobró con las vidas de toda la humanidad.

Nunca lo llegaron a comprender. ¿Cómo algo tan fuerte como el amor se había cobrado tantas vidas? ¿Debían sentirse culpables?

No sería la primera vez que surgieron estas dudas. Tampoco será la última. Ambas acallaban las dudas prometiéndose, como si de ellas dependiese, que no habían hecho nada malo. Que nunca hicieron nada malo.

Ese instante tan poderoso se apodero con la definición del transcurso del tiempo y la rompió. Ese instante quizá pase a la historia como el ultimo instante. Eso si siguiese existiendo la historia y alguien a quien contarla.

Pero por fin, tenían lo que querían. Podían pasear por las calles desiertas de Madrid agarradas de la mano. Convencidas de que nada malo las pasaría, porque, por una vez en sus vidas, nada podía hundirlas. Y lo único que las podía dañar eran ellas mismas, y se querían demasiado para que eso ocurriese.

Y por fin, cuando lo comprendieron, había pasado demasiado tiempo. Ya no quedaba otra opción que seguir unidas con la muerte acechándolas con su guadaña en cada esquina. Durante unos años (y quién dice años quiere decir milenios aunque ellas solo tuvieron noción de unos cuantos días), esta, había estado saciada con el atracón de vidas que se dio. Ya no había vuelta atrás.

Los opuestos se atraen demasiado...

Se dieron cuenta de qué es lo que ocurre cuando juntas un imposible con un posible...

Hielo y fuego...

Materia y anti-materia...


martes, 12 de agosto de 2014

Espabila.

El viento sopla, la soledad se cala entre cada uno de mis huesos. Es justo lo que necesitaba, coger la moto, olvidar lo ocurrido. Evadirme en la adrenalina que todo conlleva. Corriendo el riesgo de estamparme contra la carretera en cualquier curva mal tomada mientras miro la luna. 
Joder, la luna. Nunca me había fijado en lo grande, brillante e impoluta que está cuando se deja ver en todo su esplendor. Nace de las horas muertas del día, y muere con el comienzo de un nuevo día. Siempre lo mismos. Nace en la muerte de lo más preciado del hombre, el día, y muere con el renacimiento del mismo. Ese símbolo de nocturindad, de cosas extrañas, subreales y malévolas. Y sin embargo, para mi, no es de las cosas más bellas que existen. 

Tengo ganas de que algo salga mal. Tengo ganas de que todo tenga una resolución, que no se quede todo así, en ese impás de felicidad y malestar. Aunque sea un suicidio, yo no quiero mantener la compostura, nunca más. No en este aspecto. No mientras yo misma me siga censurando y rompiendome por dentro poco a poco por no dañar al resto. Ya se acabo, estoy cansada de gritar contra la almohada de impotencia por no dar cuatro voces a quien de las merece. Cansada de ver que nada cambia mientras el resto, dentro de su malestar, no salen de su zona de confort por miedo. Estoy cansada de la gente tan cobarde que no lucha por ser feliz. Que se rinde y arrastra al resto con ellos. 

¡Sal de tu zona de confort y lucha por una vez en tu vida! ¡ESPABILA! 

domingo, 3 de agosto de 2014

Ese imposible, posiblemente posible.

Hace siglos que me prometí que no te volvería a escribir... Que no te volvería a pensar, ni a dejar que te apalancases en mi mente día si  y día también... Que dejaría de tratar de narrar tu rostro con cuatro palabras sin sentido... Que ya iba siendo hora de olvidarte...
Y aquí me ves, de nuevo, frente a un papel en blanco, volviendo a repetir lo que en mil y una cartas nunca entregadas ya dije... Lo que no paro de repetir... Y es que, no sé qué es más duro, si la indiferencia que demuestras hacia mí, o que tus labios puedan encajar mejor con otros que no son los míos.

Perdí la noción de la realidad cuando apareciste tú, con tu mirada, y el misterio que te rodea. Poco a poco, veo mi dulce introducción a la locura reflejada en tus ojos cuando me miran. Veo frente al espejo la cara de idiota que se me queda cuando te pienso y me doy cuenta de que quizás tengo una oportunidad. Lo que hace meses me parecía una locura, cada vez está más a la orden del día.
Ahora aquél imposible que te rodeaba me parece más posiblemente posible, y esas situaciones que esto acarrea se van acercando tan lentamente que casi duele. Esas situaciones en las que no quiero otros labios que no sean los tuyos, ni tú que no sean míos. Esas que las miradas no son lo más atrevido que cruzamos. En las que ya no nos saludamos con dos besos, sino con tres, cuatro o cuatrocientos, o alguno más, es igual, pero, esta vez, no solo en la mejilla. Esas situaciones en las que dejamos de comernos las ganas para pasar al segundo plato…

Ahora, la incertidumbre del qué pasará. El punto de inflexión que marcará todo lo que acontezca, y que ya no solo depende de uno para sacar algo en claro. Es el momento en el que decidir si se quiere sacar algo en claro o no hacerlo, y por mi parte está bien claro, esta vez no seré yo la que se rinda por la caída contra un canto. Esta vez, yo decido luchar.


Y quizás...


...ese imposible tan lejano...


...está rozando mis manos...

jueves, 24 de julio de 2014

Incoherentes supuestas suposiciones.

Supongamos que no existe el olvido, ¿querrías recordarme? 
Llega un punto en la vida en la que, por mucho que duela hay que olvidar para poder recordar. Me explico, llega un punto en el que, por mucho que queramos no es sano recordar a alguien. Cambiamos día si y día también, nos creemos inmortales, el centro del universo. Pero, la lástima es, que no somos más que una persona más que siente cosas comunes de manera no común. 
A veces es mejor olvidar para poder recordar lo que en algún momento fue. Sólo a veces, necesitamos desaprender lo aprendido para poder sacar algo en claro. 
Soñemos con que existe un día en el que no nos olvidemos de nada. ¿No se volvería el mundo mucho más avaricioso y egoísta? Quizá recordásemos cada mínimo roce que una persona nos hiciese, y lo más probable sería que el ojo por ojo primase por encima de todas las cosas...
Supongamos, que el olvido realmente es una amenaza, ¿me querrías recordar?
Supongamos, que la amenaza se vuelve en tu contra, ¿lucharías por qué te recordase?
Supongamos, que yo fuese capaz de olvidarte sin conocerte, ¿me dejarías hacerlo? ¿O, quizás por el contrario con tus idas y venidas, tus baibenes de caderas, tus andares y tu mirada me volverías loca otra vez? 
Supongamos, que la supuesta reflexión se ha convertido en otra carta de amor sin destinatario. 
Y, supongamos que en el supuesto caso de que esto tuviese destinatario, nunca se enteraría. 
Porque, quizá y sólo quizá, el remitente de esta supuesta carta que supuestamente tiene remitente, jamás sería entregada a su supuesto destino. 

martes, 1 de julio de 2014

Simplemente, gracias.

El fin de semana pasado, celebré por fin mi cumpleaños con mis amigos. 
Esta entrada, no va mucho con el estilo de mi blog, esta entrada va más a lo personal, pero lo siento, esto es algo que debía hacer.
¿Qué puedo decir? Que tengo la mejor gente de que te puedes encontrar, y no es en broma, poca gente conozco yo que se cuelen en tu casa cuando tú no estas para anticipar una fiesta que ya habías organizado. 
Llega un punto en la vida en la que ya no entiendes gran diferencia entre amigos y conocidos, pero con estos detalles se dejan claro quien ocupa el lugar de amigo y quien de conocido. He de decir, que días después, cuando estoy sola, sigo llorando por los detalles que se tuvieron aquella noche de sábado conmigo. Nunca, nadie había demostrado quererme tanto... Y de verdad, que sois de lo que no hay. No sé cómo os lo montáis, pero, hacéis sentir a una persona de aproximadamente 1'6 metros grande. Muy grande. 
El haber encontrado a alguien que con un abrazo te haga sentir que todo va a ir bien, es increíble. 
Es que, no sé si lo llegaréis a entender algún día, que con una puta chorrada vuestra alegráis cualquiera de mis paranoias.
Que para mi es todo un honor escuchar vuestros problemas porque es una muestra de que todo lo que soy, no es en vano. 
Y sé que me repito, y sé que esta entrada a más larga más va perdiendo la coherencia, pero necesitaba deciros que, el saber que habéis pensado en mi durante mucho tiempo, el saber que habéis organizado algo por el mero hecho de que os importo... Se me hace tremendamente grande. 
Hacía tiempo que no tenía un 'cumpleaños' tan especial como me hicisteis tener. 
Gracia por formar parte de mi vida, de mis cursiladas, de mis mil textos sin coherencia, de mis paranoias y mis días ñoños. 
Gracias por haber ido apareciendo poco a poco en mi vida. 
No os podéis imaginar lo importantes que sois para mi, ni lo mucho que os quiero. 
¡OS QUIERO MUCHÍSIMO!

Ah, y disculpadme la ñoñada ¿de acuerdo?

lunes, 30 de junio de 2014

Crúzate otro día más en mi camino...

Hoy, te he vuelto a ver pasar, y como cada vez que te veo, me he vuelto a morder el labio. Imaginándo que quizás hoy todo podría cambiar.

Un día más, has pasando a mi lado. Un día más, en el que mi punto de mira se fijó en ti, y sólo en ti. Como si alguna vez hubiese cambiado... Quizá no me creas, pero, sabría describir palmo a palmo cada centímetro de tu cara, cada movimiento extraño que has hecho estando yo presente, cada prenda que has llevado puesta en mi presencia... Quizás roce la obsesión, lo que comienza a preocuparme.

No sé como lo haces, pero, todas las noches, justo antes de dormirme, estas tú. 


A oscuras.


Observándome en silencio.


Cada vez más y más inoportuna tu imagen me persigue, sin saber que quiere de mi, o que quiero yo de ella... Sin saber si esto es una auto tortura, o una puta locura, porque en el fondo sé que no eres para mi. Día si y día también, tratando de afrontar si realmente te quiero sin conocerte o eres sólo una ilusión. Y, lo más probable es que sea la segunda opción... 

Todos necesitamos un aliciente que nos ayude a continuar con nuestra vida, que nos inspire en lo que nos gusta, y quizás esta ilusión sea la musa de mis escritura y mis sueños. 

Pero...

Quizás y solo quizás.... No es sólo una ilusión...





Y sobre todo, quizás y sólo quizás, existe una reciprocidad mínima...

lunes, 26 de mayo de 2014

De sonrisa fácil.

'Lo siento, se me ha caído una sonrisa, ¿te importaría recogerla?'
Debo reconocer que soy de sonrisa fácil y distraída. Puede ser que tal vez con que me dediques una sola mirada ya esté sonriendo. Igual, el reproductor de música se ha compinchado y cuando estoy caminando por la calle, suena una canción que traiga consigo a mi distraída memoria un momento y que ello conlleve una enorme sonrisa.
He de reconocer que soy un alma voladora a la que no la gusta que la tengan atada al suelo. Alguien que sueña con cosas imposibles y lucha por hacerlas posibles. 
He de decir también, que aunque sonrío muy a menudo, sonrió más aún cuando estoy agusto con una persona. Y que si esto pasa con una persona normal, cuando aparezcas, se me caerán las sonrisas. Quizás no lo notes, siempre trataré de actuar normal cuando estés presente. A veces, incluso más fría de lo normal, es que, no soy una buena actriz, y hay cosas que quizá es mejor ocultar. 
También he de decir que quiero raro. Que, porbablemente pienses que me eres muy indiferente cuando me conozcas. Que hago lo que quiero y cuando quiero, pero créeme, esto sólo sucederá al principio, justo cuando tenga ese miedo irracional a quererte. Ese querer que no te acerques aunque en el fondo, estaré deseando morderte los labios.
Ya te he dicho, que quiero raro. Que para demostrarte mi amor, te mandaré las caquitas sonrientes y flamencas aplaudiendo por el Whatsapp, porque los corazones de colorines se quedarán cortos. Nunca aceptaré un 'Gracias' tuyo aunque yo te este dando las gracias continuamente por cualquier chorrada.
Me quedaré mirándote mientras sonrió cuando no mires, pero en cuanto mires me haré la tonta para que no pienses que te quiero todo lo que realmente te quiero. Pero, supongo, que esto lo tendremos que hablar en un futuro. 
Supongo que habrá que empezar con un...
-¡Ey! ¡Hola! Soy Lydia... 

viernes, 23 de mayo de 2014

Amigos.

Un amigo es esa persona que no sólo está ahí para salir de fiesta. Un amigo es esa persona que te provoca muchísimas más sensaciones que cualquier pareja. Un amigo es un confidente, que sabe que decir y cuando decir. Que sabe que palabras te harán bien y cuales te pueden matar. 
Un amigo es aquel que con una simple mirada ya entiende tu estado de ánimo y el que lo ha causado. Sabe con una sola llamada a una hora determinada lo que ha ocurrido en una noche de fiesta. 
Un amigo es alguien que jamás te juzgara y a quien no le tienes que explicar quien eres, ni porqué actúas así, porque ya te conoce. 
Un amigo es el que con un sólo abrazo, te saca una sonrisa. Alguien a quien cuidar a muy largo plazo.

Todos hemos tenido a esa persona que sin ella no haríamos nada. Ese pack indivisible. Una unión como hermanos de diferente sangre, leales, confidentes. 

No hay cosa más hermosa que mirar a alguien después de no haberle visto en un año, y que nada haya cambiado.
Un abrazo y largas horas de charlas. Momentos que no cambiarías ni por un millón de euros. Fallos que realmente no son más que divertidas anécdotas. 
Veranos de caminatas en bici, de largos días de piscina o noches de charleta.
Grandes momentos incapaces de desaparecer. 
No dependemos de nadie, pero, ¿a quién no le gusta que alguien le abrace cuando todo va mal? 
Supongo que no hay tesoro más grande que un amigo. Y para ser sinceros, yo estoy contenta con los míos. 

jueves, 8 de mayo de 2014

Fumar, pensar, filosofar, fumar...

El cigarro se consume entre mis dedos. Poco a poco se desvanece con una cortina de humo. Se funde con la pérdida de tiempo. Con cada una de las caladas, firmo un contrato con la muerte, sé que tarde o temprano esto pasará factura. No me importa. 
Llevo tiempo en el que ya nada me importa. 
Todo lo que me rodea es basura. Yo soy basura, no puedo esperar nada mejor. No lo merezco.
Poco a poco, según va desapareciendo el humo de mi habitación me pregunto, qué narices estoy haciendo con mi vida. Qué sentido tiene quedarme aquí tirado, día si y día también, como si estuviese esperando algo.
Os voy a decir algo, las cosas no vienen así porque si. Las cosas has de salir tú mismo a buscártelas, has de luchar por lo que quieres.
Cuesta sudor y lágrimas conseguir una mínima cosa. Supongo que es por eso por lo que yo me he cansado de ir de bar en bar en busca de una actuación. De hacer de telonero sin cobrar y perdiendo dinero sólo por darnos a conocer, y que encima tus colegas, pasen de tu mierda porque la culpa de que no cobren es tuya...
Supongo que la desesperanza en mi vida se acrecenta a pasos agigantados. 
Ya no me llegan los cuadernos para llenarlos de canciones tristes, melancólicas o de amor.
Estoy cansado de siempre lo mismo.
Todos cambiamos, claro está, pero ¿por qué me encuentro en una situación en la que todo cambia menos yo? ¿Por qué me sigo aferrando a sueños imposibles, latas de cerveza vacía, y cigarros consumidos? 
Cigarro tras cigarro, me voy preguntando cómo llegué aquí. 
Quizá sea mi destino, aunque siempre creí que tu destino es lo que tú quieres que sea.
Enciendo otro cigarro, humo que entra, pudre tus entrañas y sale. No sé como algo así puede hacerme sentir tan realizado. Últimamente es a lo único que me dedico. Fumar, pensar, filosofar, fumar...
Es el bucle infinito del que ya no quiero salir. Es todo lo que conozco y ya me da miedo salirme de mi rail. 
Irónico, ¿verdad? Como si tuviese algo que perder...
Todo perdió el sentido hace demasiado tiempo.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Irracionalidades

Me asusta la incosciencia de la consciencia, las caras desconocidas y la pérdida fácil de principios.
No puedo pasar a las personas que fingen ser algo por agradar, mentirosos que con embustes no engañan a nadie, y falsas caras que en la menor ocasión, te pegan la puñalada trapera.
Aborrezco las promesas fáciles de romper, a los creyentes de un para siempre inexistente y a los compañeros de fiesta que nunca llegan a ser tus amigos. 
Odio los momentos melancólicos deprimentes, las puestas de sol que con ellas traen la noche, los arcoiris que traen consigo un breve periodo de calma, el verano porque implica la cercanía del invierno.
Pero lo que cada vez aguanto menos es que te paseés por mi cabeza siempre que quieras, obviando lo malo o bueno que me haya sido mi día, y lo mejores al instante.
Lo que me arruina es que con un sólo pensamiento seas capaz de cambiar mi día, pero que nunca seré capaz de darte un beso, y estar para ti, siempre que lo necesites.
Sentada frente al mar, viendo como cada ola se lleva uno a uno, segundo a segundo, suspiros de desesperación, convirtiéndolos en amargas puñaladas...
De esas que te van haciendo poco a poco heridas grandes e incurables...
Esas que te dejan cicatrices de por vida


domingo, 27 de abril de 2014

Mi media sonrisa diaria por favor.

¿Has sentido alguna vez esa sensación de que algo te pica y no te puedes rascar porque te haces daño?
Puede sonar extraño, pero eso es lo que siento al verte y no poder besarte. 
Día tras día, mirarte. Trastocando mi mundo, en el que nunca quise dejar entrar a nadie por este mismo motivo. Y es que hablando de motivos, aunque tú no lo sepas, eres el motivo de esta sonrisa bobalicona en mi cara. Desde que me levanto hasta que me acuesto. Día si y día también. Esté nublado o soleado. Esta estúpida sonrisa no se quita de mi cara. 

¿Sabes lo que es rezar sin ser creyente a un Dios en el que no crees para que te cruce en mi camino un día más y que te mantenga por mucho mucho tiempo? 
Supongo que no. No eres de esas personas que... Que son tan estúpidas como yo para enamorarse de alguien al que solo ves un minuto al día.

Quizás solo me tengas como una más. Ahí, sin inmutarse de tu existencia, pero créeme, eres una de las personas que hace que entre el nirvana con solo mirarme.
Nunca imagine que una persona que ni si quiera me conoce fuese tan importante para mi. 
Tú, mi Kriptonita, mi más bella debilidad. El punto de mi "i". 

Creo que jamás seré capaz de demostrarte cuanto significa una sola mirada.
Un tú y yo nada más. Duelo entre consciencia e inconsciencia. Mi lado racional que me dice que me tranquilice, mientras que mi lado irracional me grita con fuerza que arranque estas cadenas que me atan a mi cordura, que me salte las distancias, te abrace con fuerza y te arranque los labios a besos.
Y yo, mientras tanto, aquí parada sin saber por qué camino guiarme.
Sin saber a donde ir, acorralada por mi misma viéndote pasar todos los días, dedicándome esa media sonrisa que me vuelve loca. Que hace que mi lado irracional aumente sus fuerzas, removiéndose en mi interior, mientras mi lado racional lo contiene con su fuerza cada vez más perezosa.  

Quizá algún día te des cuenta de lo que una mirada tuya conlleva en todo mi ser. Creo que nunca me has mirado con el suficiente tiempo para darte cuenta la cara de estúpida que se me queda al verte pasar, con tu media sonrisa dejándome atrás. 

viernes, 18 de abril de 2014

Monstruos

En aquél rincón oscuro, en medio de la ciudad casi destruida, entre los escombros de la destrucción se encuentra una pequeña figura, acurrucada sobre si misma. Mirando a la nada. 
Lleva una larga camiseta blanca hecha girones que aún la sirve como vestido. El negro pelo tapa más de la mitad de su cara, donde es visible el cansancio acumulado de meses. 
Hace no tanto era una niña feliz, jugando en el parque con sus amigos...
La pequeña lleva meses sin moverse de las ruinas. Incluso cuando aquel lugar era tan sólo un cuarto en su casa y no las ruinas en las que se encontraba, ella seguía en ese mismo rincón. También seguía ahí el día en el que la luz explotó dejándola en la penuria entre los restos de lo que antes era su casa, que se había convertido en unas ruinas más. Otro lugar sin importancia aparente para el mundo, pero para la pequeña, aquel rincón seguía siendo su favorito. Siempre jugaba ahí, leía e incluso sus padres la encontraron más de una vez dormida en aquel rincón en su cuarto. 
La pequeña y pálida figura, por fin decide ponerse en pie tras días acurrucada en sus ruinas. Deambula por la ciudad, reconstruyendo los hechos. 
Ella no tendría más de 5 años cuando los monstruos hicieron su primera aparición en la cabeza de la pequeña.
-¿Quiénes sois? -.preguntó la pequeña con una gran sonrisa.
-Somos tú -.respondieron aquellas voces sin rostro. 
Un día, los monstruos la dijeron lo siguiente:
-No vales para nada. No deberías torturar más al mundo con tu existencia. No deberías existir. Eres el mayor error de la humanidad. 
La niña se asusto tanto y estas palabras la marcaron tanto que rompió a llorar. 
Cuando sus padres acudieron al rescate y la pequeña les contó lo ocurrido, la llevaron a médicos, a especialistas y curanderos. Probaron toda serie de tratamientos, medicinas, vacunas, terapias y nada calmo las voces que la pequeña tenía dentro. 
La niña que antes existía, alegre, extrovertida y sobretodo feliz se convirtió en un ser asocial, antipático, y asustadizo.
A los pocos meses de la aparición de los monstruos, ella dejo de articular palabra alguna, no volvió a comer, y jamás volvió a sentir.
Los monstruos se la habían llevado poco a poco.
Un día, a los monstruos les pareció que ya se habían llevado todo de la pequeña y que necesitaban algo más de lo que alimentarse, así pues, dejaron la cabeza de la pequeña, y tomaron la forma de la niña. 
Aquel mundo que existía en el exterior de la pequeña se convertía en gritos y caos lentamente. Escaparates rompiendose. Personas auto destruyéndose en medio de la ciudad. Todo causado por dos sombras con forma de niña.
La pequeña, observaba lo que ocurría en el exterior. Fuera de su rincón. Simplemente miraba. 
Así fue como todo término. Al cabo de pocos días, los ladrones se mataron entre sí. Los supervivientes se quedaron sin sustento y la luz explotó al acontecer tantos gritos a su alrededor. 
Ella continúa andando satisfecha de haber recordado lo ocurrido, y entonces...
- ¿Ya habéis terminado?-.pregunta la pequeña.
- Si mi ama-.responden al unísono las sombras, y a continuación vuelven a su sitio original. A la cabeza de la pequeña. 

viernes, 21 de marzo de 2014

Versatilidad

'Nubes de papel flotando en mi cabeza, poco a poco desintegrándose o haciéndose más y más grandes hasta convertirse en algo palpable, fruto del esfuerzo emprendido.
Poco a poco, voy descubriendo más y más mundos, y me gustaría formar parte de todos. 
Comenzando con un pentagrama escrito en un papel. Acordes, que van sonando, haciéndome sentir más y más segura de lo que hago. Cada acorde tocado con ansia con una guitarra eléctrica, zarandea mi cuerpo en busca de más y más. Echando de menos, cuando no suena, mis oídos atentos buscan una frase, un estribillo, algo que le diga que no es un sueño. Melodías dedicadas a princesas que dejaron de ser princesas hace mucho tiempo para convertirse en grandes pensadoras. Letras escritas por poetas de bares, que realmente no buscan la aceptación de nadie, simplemente hacer lo que les gusta. Solistas sacando el mayor fruto de una guitarra, cantantes de voz ronca recitando sus poemas entre el tamborileo de la batería y el apoyo del bajo acompasado. Desde los tugurios más punkis de una ciudad perdida hasta los anfiteatros preparados para escuchar a la orquesta filarmónica londinense. Desde el concierto de año nuevo hasta la pelea de gallos de la esquina de cualquier barrio del Bronx. Un tenor cantando en la opera o una chica sentada en la calle cantando una canción perdida... La música, queramos o no, siempre va a estar en nuestra vida, de una manera u otra. Anuncios, bandas sonoras de nuestras películas favoritas, un coche pasando con la radio encendida...

Más tarde descubrí como poder sentir la música más a fondo. Yo nunca fui una persona que bailase especialmente bien hasta que descubrí mi baile, Bboying. 
Nunca pensé que fuese capaz de bailar algo en publico y sentirme orgullosa de lo que he hecho. Y sé que tengo mucho que aprender, que probablemente no llegue a ser famosa por mis bailes especiales, pero, mi consejo para conseguir la felicidad, haz lo que te guste porque te gusta, nunca lo hagas para agradar a nadie, no es justo para ti. 
El Bboying, en el cual empecé por simple curiosidad se ha convertido en un pilar de mi vida. Un punto de desahogo. 
Mi manera especial de sentir la música.
Una pequeña recolección de mis pasiones.

Y llegamos a una de mis obsesiones, y esta, ya no tiene mucho que ver con la música. 
El tacto de una página pasar entre mis dedos, mientras mis ojos buscan más y más palabras, continuando una historia que va sucediendo en mi interior, gravándose dentro de mi. 
Cada vez me doy más cuenta de para qué sirve leer. Del inmenso placer de imaginar una historia que una persona ya antes ha vivido dentro de sí mismo ha tratado de transmitirla fielmente. 
Sagas, libros sueltos, artículos periodísticos, libros que documentan historia, todo esto tiene un gran valor para mí. 
Leer, se ha convertido en uno de mis mayores placeres en este momento de mi vida. Yo crecí con Harry Potter, lloré con Crepúsculo, me entusiasmé con Los Juegos del Hambre, me enamoré de todas las palabras de  Bajo la Misma Estrella, y deseé que Divergente nunca terminara. 
Sé que muchos no entenderán lo que es llorar por la muerte de un personaje en un libro, que no sabrán la rabia que da que una película, adaptación de un libro, no sea fiel. No entenderán los nervios que tienes cuando te estás acercando al final del libro y aún no intuyes el desenlace. No habrán sentido la rabia de que el siguiente libro de una saga no salga hasta el año siguiente. Y sé que la mayoría no se habrán arrepentido por terminarse un libro demasiado rápido, sin poder saborear cada palabra restante.
Pero, me alegro de ser una de las personas que poco a poco va descubriendo más y más cosas de las que formar parte. 
Descubriendo poco a poco mi propia versatilidad.'