jueves, 24 de julio de 2014

Incoherentes supuestas suposiciones.

Supongamos que no existe el olvido, ¿querrías recordarme? 
Llega un punto en la vida en la que, por mucho que duela hay que olvidar para poder recordar. Me explico, llega un punto en el que, por mucho que queramos no es sano recordar a alguien. Cambiamos día si y día también, nos creemos inmortales, el centro del universo. Pero, la lástima es, que no somos más que una persona más que siente cosas comunes de manera no común. 
A veces es mejor olvidar para poder recordar lo que en algún momento fue. Sólo a veces, necesitamos desaprender lo aprendido para poder sacar algo en claro. 
Soñemos con que existe un día en el que no nos olvidemos de nada. ¿No se volvería el mundo mucho más avaricioso y egoísta? Quizá recordásemos cada mínimo roce que una persona nos hiciese, y lo más probable sería que el ojo por ojo primase por encima de todas las cosas...
Supongamos, que el olvido realmente es una amenaza, ¿me querrías recordar?
Supongamos, que la amenaza se vuelve en tu contra, ¿lucharías por qué te recordase?
Supongamos, que yo fuese capaz de olvidarte sin conocerte, ¿me dejarías hacerlo? ¿O, quizás por el contrario con tus idas y venidas, tus baibenes de caderas, tus andares y tu mirada me volverías loca otra vez? 
Supongamos, que la supuesta reflexión se ha convertido en otra carta de amor sin destinatario. 
Y, supongamos que en el supuesto caso de que esto tuviese destinatario, nunca se enteraría. 
Porque, quizá y sólo quizá, el remitente de esta supuesta carta que supuestamente tiene remitente, jamás sería entregada a su supuesto destino. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario