martes, 14 de octubre de 2014

Aullidos a la luna llena.

Tengo a Beethoven interpretando la música más perfecta para este funeral sin lágrimas, donde enterramos un poquito de nosotras. Donde enterramos cada pedazo que se desprende cuando no estamos juntas.

Porque, he de decir, que poco a poco me pierdo aún más en ese silencio que guardan tus ojos. Que quizás, vas ganando lentamente (o quizás no tan lento) mis miradas perdidas con cara de estúpida, mis medias sonrisas al recordarte, y sobre todo, mis aullidos solitarios a la luna porque no estás conmigo para colgarla de salva pantallas. Porque su brillo me recuerda tu ausencia...

Debo confesarte que esta loba solitaria aúlla esta noche en silencio, porque me siento tan pequeña e insignificante que por no hacer ruido, decido molestar a un pulcro papel en blanco ensuciándolo con mis garabatos desordenados que intentan significar algo... Que intentan explicar que la música se ha convertido en el brillo de tu mirada mientras sientes cada nota. Pero, eh, no escuches, no leas esto, porque, jamás me creerías si te digo que la mejor obra de arte que has creado, eres tu misma.

Quizá no entiendes que en ocasiones te observe y me pregunte cómo alguien tan transparente con sus miradas, puede esconder y mostrar tan dosificadamente lo que me enseñas cada día. 

Créeme, pequeña, nunca he sentido las nubes tan cerca... 

En ocasiones, me crezco y desaparezco. Siempre en ellas. Siempre en el mismo lugar. Quizás, por alguna casualidad, estas ahí, y puedo perder el tiempo, o más bien, ganarlo, mientras te abrazo.

Me encantaría poder protegerte, meterte en una cajita de plástico, donde nada ni nadie pudiese herirte, pero, he caído en la cuenta de que quizás, el mayor peligro del que no puedo protegerte, es de mi misma. 

Quizás... Aunque sienta escalofríos de sólo pensarlo... Necesito... Que seas tú quien me proteja de mi...

No hay comentarios:

Publicar un comentario