domingo, 30 de noviembre de 2014

Agua hirviendo.

Sigo bañándome en agua hirviendo.

Quizás así, como un germen, se marcha tu recuerdo.

¡Qué fácil era todo antes!

De mis diecisiéte navidades, dieciéis las pasé sin ti, y una contigo pero sin mi.

He vuelto a bañarme en agua hirviendo, pero parece que no me quemo. Parece que ya no siento...

Quizás en la piel humeante y rojiza hallo consuelo de haberte encontrado pero no a mi lado.

Ya ningún abrazo me da calor. Y es por eso por lo que me baño en agua hirviendo.

Comenzó como un síndrome contra la suciedad. Sentía que algo fallaba en mí.

Continuó como rutina y se convirtió en nuestro baño de volcanes.

Y fue entonces cuando desapareciste.

Me quedé sola, intentando olvidar tu recuerdo, o más bien, revivirlo.

Y vuelves a aparecer.

Y te vas.

Como si de un juego con un niño se tratase.

Cucú, apareces.

Tras, te vas.

Y tras de ti me dejas como siempre, a la espera de un cucú cada vez más alejado.

Y sigo bañándome en agua hirviendo.

Ya no sé si por costumbre, o por recuerdo.

O más bien para que las arrugas se noten menos

No hay comentarios:

Publicar un comentario