jueves, 28 de agosto de 2014

Comerse las dudas.

Inspira, suspira y vuelve a mirar por la ventana. Aún sigue expectante, esperando a ver si ella se va a dignar a aparecer. A veces, las cosas simples se complican demasiado cuando las ves desde dentro... Con lo fácil que habría sido un 'Te quiero' a tiempo, un abrazo o un beso. Incluso quizás con una sola mirada, en el momento adecuado, toda la situación habría cambiado, y ahora nadie estaría a la espera de una señal divina que quizás nunca aparezca.

Las cosas comenzaron fáciles, con un WhatsApp, lo que ayudan las nuevas tecnologías, pero realmente, las historias de amor no solo las escribe una parte. Y a veces, quién da el primer paso se vuelve a plantear si realmente merece la pena. ¿Qué ocurriría si se malinterpretaron las señales que parecían claras? Y, así volvieron las dudas. Mientras ella sigue con su vida, aquí tenemos la otra parte de la historia, que en un principio parecía de amor. Mirando al móvil, controlándose por no mirar sus últimas conexiones, dudando de con quién estará o qué estará haciendo...

'¿Qué ocurre si no te corresponde?' 'Eres gilipollas. De verdad. Seguro que estás malinterpretando todo. Que sólo quiere reírse de ti.' 'Nadie te puede querer. Mírate. Eres demasiado poco para alguien como ella.' 'Ha estado, está y estará con gente mucho mejor que tú' 'Seguro que te dice que vayas con ella porque te quiere emparejar con alguna de sus amigas' Todo ello es lo que pasa por su cabeza. No entiende el por qué de esta incertidumbre tan repentina. Es lo que tiene cuándo se está escribiendo una historia de amor en la que, en este caso, le toca a ella poner la siguiente parte...

Suspiró de nuevo, se apartó de la ventana, y se dedicó a escribir todas sus dudas en un cuaderno. Calló a las voces que la quitaban su seguridad. Arrancó la hoja que contenía sus dudas y la quemó, alejando así cualquier indicio de que algo pudiese salir mal. 'Lo bonito de las historias de amor, es el no saber qué es lo que va a añadir la otra persona' pensó, 'no quiero precipitarme, y si esto continúa a delante, no quiero haberme saltado ninguna incertidumbre, para imaginarme comiéndome todos los paréntesis, añadiendo todos los signos de exclamación necesarios, y saltarme todos los signos de puntuación para que nada me frene. Y así poner tilde a nuestra particular historia de amor.'

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