lunes, 1 de septiembre de 2014

Adiós excusas, hola septiembre.

Se me agotaron las excusas. El tiempo va escaseando con la llegada de septiembre. Las sonrisas se me siguen cayendo cuando me miras. Y sigo teniendo la misma cara de idiota cuando me hablas. Mi impaciencia ya se ha comido a mi paciencia y la ha digerido una y mil veces. La racionalidad que me quedaba se fue con tu último abrazo. Y ya, me he quedado sin excusas para no decirte lo que siento de una vez por todas. Dejarme de indirectas muy directas y de juegos de idiotas.

Ya no te escribo con la certeza de que no querrás saber de mí. Ahora te escribo con la más estúpida de mis sonrisas. Ya no escribo a un imposible, tampoco a un posible y aún no me atrevo para escribir a un seguro. Yo, sólo sé que no sé nada. Pero que esa nada me hace feliz.

Hace un año, la situación era mucho más que diferente, las lágrimas brotaban de mis ojos eran de desilusión, odio e infelicidad, y ahora... ¡Ay ahora! Ojalá fuese simple traducir el matojo de sentimientos que hay en mi. Lo único fácil de explicar es la felicidad que siento. Lágrimas de alegría, felicidad, y sobre todo, saber que tengo apoyos detrás.

Este año, he conseguido amigos que aunque pasen un millón de años no perderé. Amigos, que aunque no hablemos mucho, sé que siempre van a estar a mi lado. Amigos, que, de verdad son amigos. Esos apoyos en la vida de cualquiera. Charlas profundas mientras estás borracho aunque no lo suficiente para olvidarlo. Gente con la que de verdad he crecido como persona, me han enseñado y me han ayudado a madurar. Y me dí cuenta, de que personas que en un año no tienen relevancia en tu vida, al año siguiente pueden tener mucha. Y sé que os lo estáis preguntando. Claro que os voy a echar mucho de menos. No me gusta septiembre porque a parte del verano se lleva a amigos.

He conseguido una hermana. Si, una hermana mayor que me ha apoyado, y me ha mimado. Me ha cuidado cuando yo estaba indefensa y vulnerable. Alguien que me ha enseñado lo que soy capaz de hacer, que me ha dado un abrazo y un empujón para seguir a delante. Y que aunque sé que no la gustan las cursiladas, me hace ilusión escribirla una dos o diez mil veces estas cosas.

Planeé entre sensaciones de lo más variado, entre fracaso absoluto, al éxito. El odio y la seguridad de uno mismo. Pasé de la ignorancia de quién soy, a ser quién quiero ser, o al menos a intentarlo.

Mis antiguos profesores pasaron a amigos que conservaré siempre.

Y durante todo este año, me dí cuenta qué, o más bien, a quién es a quién quiero. Y si. Ahora más que nunca estoy segura de a quién quiero. Te quiero a ti. Y sé que se me está acabando el tiempo, las excusas y el verano. Que esto es lo que trae septiembre. Nueva rutina. Nuevo instituto. Nuevo curso. Nueva gente. Y nuevo balance del año. Y, aunque no me gusta septiembre, ya va siendo hora de que me deje de excusas. No te voy a decir que te cases conmigo. Tampoco que estoy enamorada de ti porque no lo estoy.

 Por una vez, me voy a dejar de palabrería.


No hay comentarios:

Publicar un comentario