lunes, 2 de marzo de 2015

Hielo. Nieve.

Hielo.

Nieve.


Tú, escarpada montaña de blanca sonrisa.

Yo, triste alpinista soñando con las vistas desde tu cima.


Tú, retándome a dar un paso más.

Yo, empeñada en no rendirme.


Tú, que asumiste el papel de montaña. Más que por bella, por difícil y escarpada, pero sobre todo, por helada.

Yo, que asumí el papel de alpinista por mi amor a lo imposible, teniendo como aliciente tu sonrisa.


Helada mujer. Insensible y fría hasta que llega verano. Es entonces cuando te derrites, bajas la guardia, la niebla se disipa y deja visible, por fin, tu cima.

Pero siempre vuelve el infernal invierno. 

Hielo.

Nieve.

Mujer, montaña helada, a ti te advierto. Por mucha dificultad que guarden tus laderas, yo, alpinista, aquí aguardo que cese la ventisca para proseguir con mi camino hacia tu cima.





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